Por Almudena DOPIDO @AlmuDopido

El afamado director Tim Burton ha estado los últimos años de su carrera cinematográfica encasillado en películas con temáticas similares hasta que llegó Big Eyes. Largometraje basado en la historia del matrimonio Keane, sobre cómo Walter consiguió fama y prestigio a costa del arte de su mujer, llegando a convertirse en todo un icono de reconocimiento mundial gracias a sus “ojos grandes”.

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  • Título original: Big Eyes
  • Año: 2014
  • Duración: 106 minutos
  • País: Estados Unidos
  • Dirección: Tim Burton
  • Música: Danny Elfman
  • Reparto: Amy Adams, Krysten Ritter, Christoph Waltz, Jason Schwartzman, Danny Huston, Terence Stamp, Heather Doerksen
  • Palabras clave: arte, años 50, años 60, ojos grandes, engaño

 

La película Big Eyes es un drama biográfico de los años 60 centrado en la vida de Margaret Keane (Amy Adams).  Margaret es una pintora, divorciada y con una hija que busca emprender una nueva vida con su nuevo marido Walter Keane (Christoph Waltz), también pintor. Lo que Margaret dibuja son niños con grandes porque «Los ojos son la ventana del alma, mi forma de expresar las emociones» como ella explica a lo largo de la película.  Pero Walter,  se  apropia de sus obras haciéndose pasar por su autor. Con ellas,  cosecha fama y dinero hasta que Margaret desvela sus mentiras y manipulaciones y decide tomar medidas legales para recuperar la autoría de sus cuadros.

Dos artistas, una historia de amor y una farsa

 

La película se sitúa en los Estados Unidos entre los años 50 y 60. Pese a notarse una gran evolución frente a décadas pasadas en la situación de la mujer, la sociedad seguía viendo con malos ojos a una mujer divorciada. Margaret tuvo el valor de dar este paso y dejar a su marido, pero la presión social hizo que volviera a casarse de forma prematura. Su marido reclamaba la custodia de su hija porque una mujer soltera no era capaz de mantener a una niña. Esto precipitó que  Walter pidiera matrimonio a Margaret y ésta lo aceptara para proteger a Jane, su hija. En la la película hay una frase de Margaret que refleja la situación que vivía la mujer en ese momento: «Yo nunca he actuado con libertad. Yo era una hija y luego una esposa y luego una madre. Todos mis cuadros son de Jane porque ella es todo lo que conozco«.

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Margaret Keane, Wonder, 1977

Tanto Walter como Margaret eran artistas y querían triunfar en esa profesión, por lo que Walter buscaba todas las maneras posibles de vender o publicitar sus obras.  Finalmente,  el éxito llegó cuando alguien se fijó en los cuadros con ojos grandes, los cuadros de Margaret, que en poco tiempo, empezaron a venderse sobremanera.

Walter no soportaba que sus cuadros no se vendieran y los de su mujer si. Y por eso, se hizo pasar por el autor de los cuadros de niños de ojos grandes. Organizó un gran embuste para convencer a Margaret y la dejó en la situación en que la sociedad quería verla: la de mujer sumisa.  Margaret, creyendo firmemente que dejar sus cuadros a Walter era lo mejor para su familia, llegó a engañar incluso a a su propia hija. Mientras él disfrutaba de la fortuna que estaban cosechando, ella se pasaba más de 16 horas pintando cuadros para su marido.

Una historia basada en la vida real de Margaret Keane y en cómo quedó relegada a un segundo plano, observando como su arte era admirado y criticado al mismo tiempo sin poder hacer ni decir nada, simplemente por ser mujer.

Expresionismo y ‘Kitsch’

Big Eyes está llena de referencias sobre el mundo del arte. En el largometraje puede  apreciarse  cómo se trabajaba en las galerías, la venta de arte callejera o algunas técnicas pictóricas de pintura al aire libre.

Desde los años 50 el arte sigue el camino de la libertad y la originalidad. Lo que acaba derivando en el expresionismo abstracto. Las obras que se llevaban a cabo estaban ligadas a la exaltación del individuo y mostraban un mundo interior sin planificación ni razonamiento. Este movimiento surgió después de la Segunda Guerra Mundial cuando los artistas se sentían engañados por todo lo que les rodeaba y necesitaban expresar eso de una forma totalmente distinta e innovadora.

Este expresionismo abstracto  puede observarse en la película, cuando Walter va a intentar colocar sus cuadros a una galería, pero es rechazado por hacer un arte muy anticuado, un arte figurativo, así son calificados los cuadros de Walter y Margaret. El dueño de la galería, Ruben (Jason Schwartzman) le dice que “La gente quiere ver a Kadinsky o a Rothko”. Ambos artistas del expresionismo abstracto. También empezaba a despuntar en esta época Andy Warhol, que comenzaba entonces su carrera profesional y al que Walter critica en varias ocasiones a lo largo de la película.

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Fotograma de la película, galerista vendiendo expresionismo abstracto, 2012

Otro concepto artístico muy usado en el filme es el ‘kitsch’, que se usa para denominar algo de mal gusto, pasado de moda e incluso exagerado. Es como una degradación del arte en sí mismo. Un ejemplo de kitsch evidente en el siglo XXI es la exageración artística de los clásicos como las princesas Disney, de las que ahora existen ilustraciones en ropa actual o en revistas de moda como si fueran famosas. Por ello, muchos críticos de la época se horrorizaban ante la fama de los cuadros de Keane, porque los consideraban «kitsch». No aceptaban que eso pudiera considerarse arte. Era infantil, simple y cursi. Por eso, en la película, el cuadro de Margaret Mañana para siempre (1963) expuesto en la Feria Mundial de Nueva York es comentado por el crítico John Canaday (Terence Stamp) como: «Espantoso y grotesco».

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Margaret Keane, Mañana para siempre, 1963

Lo que vuelve a plantear una pregunta que aparece constantemente en el filme y en  la historia: ¿Qué es arte?. Para John las obras de Keane no pueden ser arte porque “el arte debe elevar no complacer”.  Sin embargo, Andy Warhol llegó a alabar el trabajo de Keane con el argumento de: “Si es tan famoso no puede ser tan malo como aseguran los críticos”.

Lo curioso es que hay una línea muy fina entre el arte Pop Art y el kitsch, ya que el Pop Art se basa en la reutilización de imágenes de la cultura popular tomadas de los medios, la publicidad, comics u objetos culturales sin alterar su significado.  Por otro lado, el concepto kitsch emplea estas mismas técnicas  pero promoviendo  obras que  parezcan  baratas y consumistas,  creando producciones alternativas a las ya existentes, ironizándolas, cambiando su significado.

Arte para todos los bolsillos

Walter Keane vio una oportunidad de oro al comprobar que a las personas de a pie les daba igual tener una obra original o una mera impresión. Observó que las personas que iban a sus exposiciones preferían llevarse los posters promocionales de la galería que gastar cientos de dólares en un original. Por eso decidió hacer miles de impresiones de las obras convirtiéndolas en posters, figuritas, platos, pequeños lienzos, diferentes tipos de papelería, posters, etc. Se vendían en cualquier establecimiento, como por ejemplo un supermercado ¿se imaginan ir a la compra y a la vez llevarse una obra de arte por un par de euros?

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Fotograma de la película, impresiones de cuadros de ojos grandes vendidos en el mercado.

Como era obvio, esto afectó mucho a las galerías, ya que las personas podían adquirir suvenirs de sus obras de arte favoritas sin pagar su verdadero precio. Esto pasa también en la actualidad,  los cuadros más famosos tienen un valor tan alto que solo  las  grandes fortunas pueden comprarlos. Los demás pueden disfrutarlos visitando los museos, o comprando las copias que venden en sus tiendas oficiales, o pequeñas réplicas de los mismos, como imanes, puzles o postales, entre otras muchas cosas.

Niños llorosos en la oscuridad: un símil de la vida de Margaret Keane

En los Estados Unidos de los años 50, la publicidad, el cine y la televisión transmitía a la sociedad que el ideal de mujer americana era aquella que se dedicaba a la familia y al hogar. No obstante, hay que destacar que tras la Segunda Guerra Mundial el rol de la mujer cambió notablemente con respecto los años 40. Los hombres estaban en la batalla mientras las mujeres tuvieron que ocupar sus puestos de trabajo. Tras esta experiencia, muchas mujeres se dieron cuenta de que si podían trabajar como un hombre también podían tener sus derechos.

El problema empezó cuando terminó la guerra. Estados Unidos se declaró uno de los ganadores y los soldados volvieron a casa triunfantes. Por ello, la mayoría de las mujeres abandonaron los puestos de trabajo que ocupaban para convertirse en la mujer perfecta americana, porque estaba mal visto que una mujer siguiera un camino que no fuera el de ama de casa.

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Margaret Keane, Niña con gatos en la oscuridad, 1962

Una de las principales razones para la permanencia de la mujer en casa era porque si tenía un puesto de trabajo, los niños crecerían sin un adulto. Hecho que se hace notablemente presente en Big Eyes cuando el exmarido de Margaret le pide la custodia de su hija porque ella siendo madre soltera y trabajadora no podría mantenerla como era debido y cuidar de ella. Era un pensamiento muy generalizado en esas décadas que la mujer que buscara un futuro laboral estaba abandonando a su familia.

Cuando Margaret se volvió a casar nadie se preocupó realmente del porqué de repente  dejaba su trabajo o por qué no seguía intentando publicar sus obras. Que una mujer abandonara todo por su marido era lo normal en la época.  La única que lo hizo fue su amiga Dee Ann, que tampoco era una mujer habitual de los años 50 ya que era totalmente independiente. Es más, Margaret le explica a Dee Ann su noviazgo con Walter con las palabras: “Ha sido una bendición”. Como si la mujer solo pudiera sentirse completa si tiene un hombre en casa.

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Margaret Keane, Tres arlequines, 1962

Toda esa bendición se fue tornando en oscuridad cuando Walter empezó a hacerse pasar por el autor de las obras de Margaret alegando que las obras de una mujer no se venderían. Lo que aparentemente parecía un matrimonio feliz se convirtió en una pesadilla. Ella pasó de ser una mujer independiente y con aspiraciones a ser la mano de obra casi esclava de su marido. Obligada a ocultarse de su propia familia y a mentir a todo su entorno sobre la autoría de los cuadros. Además, en la película se ve a una Margaret angustiada y triste, sumisa y temerosa de las represalias que podría tomar su marido contra ella si cuenta la verdad. Una situación que la llevará al borde de la desesperación.

Así se ve como finalmente una mujer que era fuerte e independiente acaba volviéndose sumisa por las convenciones sociales de la época y por el poder opresivo del hombre.  Mientras este chantaje sucedía tras la puerta de su casa,  Margaret le daba a “sus niños”  como ella los denominaba, y se sumía en un agujero negro de desesperación, de cara a la galería era una mujer perfecta y feliz.

Hay un momento en el que Margaret trata de encontrar su propia identidad de nuevo.  Comienza a pintar cuadros distintos caracterizados por ojos más estrechos, y figuras alargadas. Cuando Walter le pregunta por qué lo hace ella responde: «Cuando la gente me pregunta si yo también pinto no se que responder. Y sería agradable responder que algunos de estos cuadros son míos».

Poco a poco, los cuadros de  ojos grandes de Margaret empezaban a mostrar la vida que

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Margaret Keane, Belleza en Hawai, 1999

realmente estaba llevando: dibujaba a los niños llorando, tristes y en zonas lúgubres. Margaret es consciente del chantaje y el maltrato al que Walter le somete. Mientras ella se quedaba encerrada en una habitación pintando durante horas sin recibir reconocimiento alguno, su marido disfrutaba de la fama, las fiestas y el dinero . Tras varios incidentes realmente graves, incluyendo uno en que Walter trata de quemar a Margaret y a su hija en su taller, Margaret decide volver a coger a su hija y huir a Hawai. Algo que rápidamente se refleja en su arte.

Esto es realmente lo que hace de Margaret Keane una mujer ejemplar, no solo se había divorciado una vez, sino que tras padecer años de sufrimiento vuelve a luchar contra Walter. Huye de su marido, comienza una nueva vida y reclama sus obras. Eso no era nada común entre los años 50 y 60.

 

Farsante y experto en marketing: La vida de Walter Keane

Uno de los argumentos de Walter Keane para hacerse pasar por el autor de las obras de su mujer es que él tenía un don para el marketing y la autopromoción. Tenía una labia digna de un buen publicista. Aunque realmente era un mentiroso compulsivo incapaz de pintar nada. Ni siquiera los cuadros que decía pintar sobre de las calles de París antes de conocer a Margaret eran realmente suyos, se los había robado a un pintor francés.  Walter se aprovechó de la brecha legal que existía sobre la autoría de los diferentes formatos culturales para poder convertirse en un pintor de éxito.

Tras tantos años de mentiras cediendo sus cuadros a su marido, cuando Margaret reclama la autoría de sus obras en un juzgado, era difícil demostrar que Margaret Keane era la verdadera artista. Tras varios testimonios, el juez que instruyó el caso tuvo una osada idea para esclarecer el caso: ambos pintarían un cuadro. Así se demostraría a quién pertenecían realmente los cuadros de ojos grandes. Margaret no tardó ni una hora en hacerlo, mientras que Walter se negó a pintar un solo trazo alegando una dolencia en el hombro.

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Fotograma de la película, Walter y Margaret pintando un cuadro ante el juez.

Valoración

La película es más una parodia de la vida real de Margaret Keane que la fiel representación de la vida atormentada de una mujer. Lo que vendría a ser un drama en sí mismo. Intenta plasmar los problemas de la época de una forma exagerada, incluso a veces irónica, lo que curiosamente sería un ‘kitsch’. Lo que el director, Tim Burton, quiso conseguir con este filme es un ‘kitsch’ de lo que tendría que ser un drama biográfico. Es una película mala a propósito intentando romper con los esquemas ya impuestos por los cineastas. Una película pensada minuciosamente para dar esa sensación de exageración con  actores sobreactuados, situaciones histriónicas y decorados extravagantes.

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